Políticos, empresarios y hasta miembros de la Iglesia Católica se vacunan en secreto mientras la población espera su turno.
REDACCIÓN CENTRAL. El proceso de vacunación contra el COVID-19 en América Latina, que ya tenía problemas por su lentitud y desigualdad, se ha visto empañado por el otro virus endémico que afecta a la región, y al que parece no ser inmune: la corrupción. Algunos políticos, funcionarios, empresarios y académicos fueron inmunizados en secreto antes de tiempo en medio de irregularidades en Perú, Argentina, Brasil y Chile.
El “vacunagate” peruano
Los destapes en la región comenzaron la semana pasada en Perú, donde la prensa local informó que al menos 487 personas accedieron a un exclusivo lote de la vacuna china de Sinopharm, destinado para el personal que trabaja en el ensayo clínico de la vacuna, y cuando esta todavía estaba en ensayos clínicos. El escándalo, bautizado como “vacunagate”, salpicó a altos funcionarios y sus familiares, tanto del Gobierno anterior como del actual Gobierno de transición.
Al menos el 25 por ciento de los vacunados irregularmente con el lote de Sinopharm eran trabajadores del Estado. Entre los vacunados figuraba el expresidente recientemente destituido Martín Vizcarra, su esposa y su hermano. También la entonces ministra de salud, Pilar Mazzetti, y la de Exteriores, Elizabeth Astete, fueron vacunadas en secreto junto a personal de su sector. Para el politólogo de la Universidad Católica de Perú Fernando Tuesta, “esto ha sido un duro golpe en general. Una gran decepción. Sobre todo, en un país donde presidentes y autoridades están procesados o han sido encarcelados, las personas mencionadas ahora parecían personas que actuaban de manera distinta”.
Sin embargo, en el “vacunagate” peruano no solo están involucrados altos funcionarios y sus allegados. Reconocidos empresarios y hasta integrantes de la Iglesia Católica se beneficiaron de la vacuna china. Antes del ensayo se había establecido el envío de un lote con 3.200 dosis extras “para ser administradas voluntariamente al equipo de investigación y personal relacionado al estudio”. Los encargados del estudio de la Universidad Cayetano Heredia habrían cedido a la petición de las autoridades y contactos cercanos. Tras el escándalo, la titular del Gabinete Ministerial informó que todos los funcionarios vacunados ya no forman parte del Gobierno.
Del “Vacunatorio VIP” de Argentina a la lista paralela de Chile
Un escándalo similar estalló el último viernes en Argentina, donde el presidente, Alberto Fernández, pidió la renuncia de su ministro de Salud, Ginés González García, después de que se revelara que allegados a este se habían vacunado contra el COVID-19 en la sede ministerial. Horas después, el mismo ministro presentó su dimisión al cargo.
El denominado “Vacunatorio VIP” se hizo público cuando el periodista Horacio Verbitsky, de 71 años, contó en una radio local que “amigos y buenos contactos”, entre ellos él, fueron privilegiados con la inoculación. Verbitsky relató que él mismo llamó a su “viejo amigo” para recibir la vacuna. Según la prensa local, además del periodista mencionado, otras personas cercanas al Gobierno se vacunaron en el Ministerio de Salud. Alcaldes, militantes políticos y funcionarios de provincias también habrían sido vacunados pese a no estar dentro de los grupos prioritarios que marca el plan de vacunación del país, que empezó el proceso a finales de diciembre con la vacuna Sputnik V, pero que avanza con lentitud debido a la escasez de dosis.
También Chile, a pesar de ser uno de los líderes del proceso de inoculación en la región, ha visto manchado el desarrollo de la vacunación por irregularidades. El Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) reveló que unas 37 mil personas fueron vacunadas fuera de su turno. Este escándalo de la lista paralela, que ya fue denominado como el “vacunagate chileno”, incluye a personas menores de 60 años y sin enfermedades crónicas o requerimientos obligatorios para ser parte de los primeros grupos de vacunación.
Según medios locales, alrededor de nueve mil personas vacunadas tienen entre 18 y 39 años; otras nueve mil, entre 40 y 49 años, y 17 mil entre 50 y 59 años. Entre estos habrían personalidades famosas y funcionarios públicos. Hasta el momento no se han encontrado responsabilidades, pero la subsecretaria de Salud chilena, Paula Daza, ha anunciado que se llevará una meticulosa investigación para determinar lo ocurrido.
“Aquí hay un factor político, económico y otro cultural. Esto es algo que vemos tristemente desde México hasta hasta Argentina. Quienes poseen poder político y económico o están cerca de ellos, tienden a utilizarlo para hacerse de ventajas y privilegios. Ocurre desde quién puede acceder a un buen trabajo y educación. Lo más importante son las conexiones: que el papá, el tío o la madrina pongan el contacto. Le llamamos el influyentismo. Eso demuestra lo enraizado que está este tipo de prácticas que van en contra de lo que dice la ley y en contra de lo que consideraríamos como ético y moral”, señala a DW el profesor Francisco González, de la Universidad Johns Hopkins.
Las “vacunas de aire” de Brasil
Por su parte, en Brasil, causó indignación el caso de las “vacunas de aire” con las que ancianos fueron víctimas de una simulación. Ellos pensaban que estaban siendo vacunados, pero recibían, al parecer, el pinchazo con jeringas vacías o la enfermera a cargo de la aplicación nunca empujaba el émbolo. El asunto se conoció a través de videos que se hicieron virales en redes sociales.
“Si las investigaciones confirman que hubo desvío de dosis, o cualquier otra irregularidad, el profesional de salud podrá ser acusado por el crimen de peculado, que tiene penas que pueden llegar hasta doce años de prisión”, señaló en un comunicado la Policía de Río de Janeiro, de donde vinieron las denuncias.
Consecuencias políticas y para la ciencia
“Nos da pena y desilusión que se haya puesto en tela de juicio nuestros valores y principios como científicos. Pero un primer acto para poder recuperar la credibilidad han sido las renuncias de las autoridades. Ahora nosotros estamos trabajando en retomar la conducción de todas nuestras actividades y obviamente nos ha afectado, pero creemos que nuestra institución es más grande que las personas”, comenta a DW Theresa Ochoa, doctora y profesora de la Universidad Cayetano Heredia, encargada, además, de los ensayos de la vacuna alemana CureVac en Perú.
La experta Ochoa cuenta que tras el escándalo en Perú había un poco de incertidumbre, pero una vez que se ha aclarado eso a los voluntarios, el estudio de CureVac sigue en curso de la misma manera.
Para el profesor de Johns Hopkins, una vez más se vuelve a constatar la desigualdad, el «influyentismo» y la corrupción que existe en las sociedades latinoamericanas: “La pandemia del coronavirus parecer tener pronto un final porque tenemos ya la ayuda de la medicina. Pero para la corrupción no tenemos vacuna, ni el control de los mecanismos institucionales efectivos para acabar con esta”. (DW)