GINEBRA.- Expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas alertaron, el lunes en que las corporaciones Pfizer y BioNTech anunciaron sus primeros éxitos con su vacuna contra el coronavirus, sobre el riesgo de que los países ricos acaparen ese recurso para enfrentar la pandemia covid-19.
“Lamentablemente, parece que algunos gobiernos se han comprometido a garantizar vacunas solo para sus ciudadanos. Las políticas de salud y adquisiciones aislacionistas están en contradicción con las normas internacionales de derechos humanos”, señaló el grupo de expertos de la organización mundial.
Las empresas farmacéuticas “tienen la responsabilidad de no anteponer las ganancias a los derechos de las personas a la vida y la salud”, dijeron los expertos, y “el acaparamiento de estas herramientas por países específicos y el nacionalismo no tienen ligar en la lucha contra la pandemia”, aseveraron.
La estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech anunciaron que su vacuna BNT162b2, tras un proceso de ensayos clínicos, resultó 90 por ciento efectiva en prevención de la covid, en participantes sin evidencias previas de infección.
Los fabricantes confían en que la vacuna reciba una pronta autorización de los reguladores de Estados Unidos -el país con más casos y muertes por la covid- para colocarla a disposición del público, lo que podría suceder antes del final de este año.
“Basados en nuestras proyecciones, esperamos producir globalmente hasta 50 millones de dosis de la vacuna en 2020 y hasta 1300 millones en 2021”, señaló Pfizer en un comunicado. Las autoridades estadounidenses darían prioridad al personal sanitario, empleados esenciales, poblaciones de riesgo y a zonas de mayor infección.
Según medios de prensa, Pfizer y BioNTech firmaron contratos para suministrar a la Unión Europea 200 millones de dosis de una vacuna contra el virus, 100 millones a Estados Unidos, 30 millones al Reino Unido y 120 millones de dosis a Japón.
Para expertos y relatores en derechos humanos de la ONU, puede que esos países que han prometido las vacunas a su población no logren proveerlas por una limitada capacidad de producción, un obstáculo que puede atenuarse si se produce un esfuerzo global coordinado.
Recordaron que según la coalición contra la pobreza Oxfam, ya en septiembre 51 por ciento de las dosis de vacunas que se producirían según la capacidad global considerada en esa fecha, las habían reservado países con solo 13 por ciento de la población mundial.
Los expertos reafirmaron que “según el derecho internacional, el acceso a cualquier vacuna y tratamiento debe estar disponible para todos los que los necesiten, especialmente aquellos en situaciones vulnerables o que viven en la pobreza”.
La pandemia “ha afectado a todo el mundo. Deben dejarse de lado iniciativas individuales fuera de lugar para monopolizar las vacunas y los suministros, y trabajar juntos para derrotarla”, pues “nadie está seguro hasta que todos lo estemos”.
Por ello, los Estados deberían “cumplir con sus obligaciones internacionales de garantizar el acceso a los medicamentos, incluidas las vacunas”, compartir tecnologías y datos de propiedad intelectual sobre la covid, y abstenerse de utilizar argumentos como el de la “seguridad nacional” para hacerlos secretos comerciales.
Las empresas farmacéuticas deberían cumplir responsabilidades como la debida diligencia para identificar y abordar impactos adversos a los derechos a la vida y la salud, y dar prioridad a esos derechos sobre los de propiedad intelectual y los beneficios económicos.
Y, finalmente, las instituciones financieras internacionales deberían garantizar que las subvenciones y préstamos que otorguen a los países en desarrollo contribuyan a ampliar su capacidad para adquirir, fabricar y distribuir vacunas seguras, eficaces y asequibles ante la covid.
El informe fue presentado a la Asamblea Mundial de la Salud, que reúne este noviembre de manera virtual a autoridades del área.
En la apertura de la Asamblea, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Gebreyesus, pidió abandonar “el nacionalismo erróneo, que empuja a las sociedades a un futuro más injusto e inseguro”. (IPS)